Irónico que quienes a inicios del 2013, en tiempos de la revocatoria, se mostraban como los paladines de la decencia y la honestidad tras la figura de Susana Villarán, ahora estén siendo señalados por prácticas muy similares o peores a las que pesan sobre sus archirrivales de la otra orilla. Hoy los rostros visibles de la izquierda inmaculada y purísima se ven cubiertos de varios fajos de dólares no por señalamiento de “la derecha”, sino de parte de José Miguel Castro.

Lo que se ha conocido ayer a través de El Comercio, que ha dado cuenta de las últimas declaraciones de Castro ante el Ministerio Público, en que señala que la campaña del “no” también recibido dinero de Graña y Montero que más tarde fue en parte entregado a personajes como Anel Townsend, Marisa Glave y otros, es muy grave. Por menos de eso el Ministerio Público y el Poder Judicial han mandado a varios a la sombra de manera “preventiva”.

Para empezar, no creo que Castro esté mintiendo. Qué ganaría con embarrar a gente del entorno de Villarán si no fuera cierto. Tendría que ser suicida. Si lo que está diciendo es falso, podría ir a parar nuevamente a la cárcel. Dicho esto, es evidente que los mencionados por el ex gerente municipal están en un grave problema si es que se aplican con ellos los mismos criterios con que han actuado fiscales y jueces respecto a otros implicados en actos de corrupción vinculados al caso Lava Jato.

Lo que va quedando claro, de ser cierto lo señalado por Castro, que lo debe ser, es que en el entorno de Villarán los millones se movían con una facilidad pocas veces vista en la política peruana. Lo extraño es que ninguno de los “honestos” y “referentes morales” que rodeaban a la alcaldesa dijo una sola palabra ni encendió las alarmas al ver, por ejemplo, cómo una campaña tan “austera” como la del “no”, podía contratar a un publicista como Luis Favre y llenar la ciudad de costosos paneles.

Ahora nadie sabe nada y todo es mentira. Pero sería bueno que el Ministerio Público actúe con rigurosidad, aunque sin excesos como ha sido en otros casos, para llegar al fondo de la verdad, más allá de lo que digan los señalados. Acá no puede haber vacas sagradas ni intocables. Tampoco que nadie nos venga con la historia de que “soy honesta”, como decía Villarán. Lo concreto es que todo lo que tenga que ver con la campaña del “no” huele muy mal y tiene que ser esclarecido ante los ojos del país.