GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

En las semanas en que se conmemoraron los días mundiales de las personas con síndrome de Down (21 de marzo) y con autismo (2 de abril), vinieron a mi memoria hechos en los que intervine para sentar pasos pioneros a favor de la educación inclusiva de alumnos con discapacidad. El primero fue la Ley General de Educación, aprobada el 2003, de cuya comisión técnica fui presidente, la que dispuso incluir el Artículo 39°: “La Educación Básica Especial tiene un enfoque inclusivo y atiende a personas con necesidades educativas especiales (…), con el fin de conseguir su integración en la vida comunitaria y su participación en la sociedad. (…) Se imparte con miras a su inclusión en aulas regulares (…)”. Pero el más importante lo vivimos en abril del 2005, cuando desde el Viceministerio de Gestión Pedagógica logramos que 7 niños y niñas con síndrome de Down que habían sido separados de un colegio fueran reintegrados. No recuerdo que después de ese hecho algún director de colegio público o privado le haya negado el derecho a la educación. Un papel muy importante jugaron en esa oportunidad los medios de comunicación.

Debemos persistir en su plena inclusión educativa en las aulas regulares, desde luego fortaleciendo también los centros de Educación Básica Especial para los que tienen discapacidad severa y multidiscapacidad. Pero al mismo tiempo para que cumplan las funciones de acompañamiento y asesoría a los colegios inclusivos. Actualmente hay 264 mil personas con discapacidad en edad de 0 a 29 años y solo se atiende, con limitaciones, a 94 mil. Valga la oportunidad para reiterar lo que expresé cuando asumí el cargo de ministro de Educación (set. 2017): “Hoy más que nunca hay que fortalecer la inclusión plena de los alumnos con discapacidad a las escuelas regulares. No solo necesitamos maestros comprometidos y capacitados, sino mayor sensibilidad del Estado y la sociedad”.