Hoy cumpliría 63 años el embajador Alfredo Chuquihuara Chil. El canciller Óscar Maúrtua lo debe recordar con detalle porque fue su jefe de Gabinete durante su primera gestión (2005-2006). Cuatro excancilleres con los que Alfredo trabajó me dijeron que fue brillante y los viejos diplomáticos de Torre Tagle decían que Alfredo tenía una inteligencia política y diplomática superdotada que seguro tendría varias salidas para el agudo problema de nuestra política exterior de hoy.

Siempre ascendió en primer lugar y Ollanta Humala, algo demorado, rompiendo la barrera de la diplomacia prejuiciosa y creída aristocrática, con justicia lo hizo embajador. Ancashino, fue el único diplomático peruano hasta ahora graduado en la Universidad de Harvard. Integró el equipo del canciller Francisco Tudela que negoció la paz con Ecuador y fue el cerebral autor de la minuta que registró el acuerdo entre los cancilleres de Chile y de Perú en Río de Janeiro (2004), sobre la controversia marítima con Chile, consumando la sustanciación jurídica, con boleto directo a la Corte Internacional de Justicia, cuya demanda, históricamente decidió Alan García.

Fui testigo de excepción de sus debates con cancilleres derrotados por su sagacidad e intelecto. Tuvo carácter y visión y por hallarlo un zoom politikon de la acción externa, los que tuvieron poder le temieron y hasta se ensañaron con él en su hora de salud más difícil. Respetado, sus colegas lo eligieron presidente de su Asociación (AFSDP) para la que adquirió una sede propia, y dando una gran lección, ensanchó la celebración del Día del Diplomático a otros actores del Estado que coadyuvan con la política exterior.

Trajo al Perú al pensador, Francis Fukuyama, autor del “Fin de la historia y el último hombre”, y al expresidente de la Corte Internacional de Justicia, Hisashi Owada (Japón); además, creó el Grupo “Toribio Pacheco” -notable jurista y diplomático del siglo XIX-, y reeditó obras de grandes de la diplomacia como Víctor Andrés Belaunde. Fue condecorado con la Orden del Sol del Perú en el Grado de Gran Cruz y con la Medalla de Honor del Congreso y está pendiente su incorporación póstuma a la Sociedad Peruana de Derecho Internacional, cuyo Consejo Directivo, presidido por el embajador Gonzalo Fernández Puyó, lo decidió. ¡¡Fue un diplomático excepcional!!

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