Intereses contrapuestos sobre todo en materia económica, marcan la dinámica social y política del país. La pugna por la participación en la distribución de los beneficios y la riqueza es una constante en todos los países, en todos los tiempos hasta hoy.
Las pugnas por el poder van resolviéndose constantemente, aunque permanecen y, para que las sociedades sean viables, interviene la política, buscando acuerdos, la mayoría de veces temporales ya que riqueza y necesidades crecen, repitiéndose los ciclos de disputa por el poder.
Para lograr acuerdos válidos, es necesario identificar los problemas y desarrollar propuestas. No resulta sencillo, porque los actores representan intereses, organizaciones y fuerzas diferentes. Los dueños del capital y las finanzas no quieren ceder su poder económico, político ni mediático. Para ellos, la presidencia de Pedro Castillo representa una amenaza y no dejarán de insistir con su vacancia.
En esta confrontación, la izquierda juega un papel importante o se abstiene. Debe decidir si apoya al gobierno constituyendo un verdadero bloque de soporte o continua por el camino de la dispersión y el negacionismo, destruyendo sus perspectivas reales de gobierno de los próximos años.
La opción de cambio de este país tan desigual y excluyente, requiere la unidad de las fuerzas que lo plantean y luchan por ella. Hemos ganado una opción histórica. Corresponde estar a la altura de las circunstancias.
Es hora de dirigentes políticos con capacidad de estadistas, que se relacionen efectiva y democráticamente con sus bases, pensando en una opción de futuro posible.
Las utopías son sueños y necesitamos construir una realidad nueva, convocando a la mayoría de la población, o podemos perder lo avanzado.