¿Puede la presión mediática mandar a prisión a Ollanta Humala y Nadine Heredia? Esa expresión, muy vociferada en estos días para desviar la atención de un verdadero delito, sirve, pero no en todos los casos.

Si creen que la presión mediática hunde a cualquier político involucrado en un proceso judicial o investigación fiscal, pues se equivocan. Si fuera lo contrario, Alan García, odiado y querido, ya estuviera tras las rejas.

Entonces, no solo se requiere presión mediática para lograr la justicia, sino magistrados idóneos o abogados más rectos.

Precisamente, estos últimos son quienes vilipendian con las entrañas la figura de la presión mediática, atribuida a los medios de comunicación como canales de la opinión masiva. Pero, la utilizan de vez en cuando al momento de nadar hacia la otra orilla.

¿Sirve la presión mediática? Pienso que sí, como una vía natural de cualquier persona (s) que ve vulnerados sus derechos en el fuero legal. Y también para torcer una voluntad poco transparente.

Por ejemplo, ha habido casos de jueces coimeros que condenan sin sustentar su sentencia creyendo que, al ostentar el poder de la ley, le puede valer un rábano la expresión popular. Así desestiman las pruebas fiscales para liberar a delincuentes y terminan en desgracia o investigados por corrupción gracias a la presión a través de los medios.

En estos casos, la presión mediática cumple una función preponderante. ¿Ayudan los medios de comunicación? En algunos casos, y no, tajantemente, en elecciones populares, por ejemplo.

En otros procesos, como el que nos atañe con cautela sobre la pareja Humala-Heredia, creo que son debatibles las pruebas presentadas por el fiscal Germán Juárez para mandar a prisión a esta dupla por posible fuga.

Sin embargo, una vez más, la presión a través de los medios (ahora también en redes sociales) aparece como filosa espada sobre la nuca de los magistrados. ¿Válido o no? Con los argumentos legales que conocemos, no estimo que fuese determinante para la decisión del juez Richard Concepción Carhuancho, un obsesionado celador de la justicia.