GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

“Hay que tener cuidado, no hay que salir solos en la noche, hay gente que quiere llevarse tu grasa para que funcionen los aviones y trenes”, decían hace 50 años los padres a sus hijos en el centro del país. Aludían a la supuesta presencia de personas que traficaban con órganos humanos, conocidos popularmente como “pishtacos”.

El martes pobladores del distrito de Vinchos, Huamanga, Ayacucho, secuestraron a un señor de 63 años, lo acusaron de “pishtaco” y lo golpearon a mansalva. En su desesperación, el hombre se tiró a un barranco para escaparse de la muerte. Terminó con graves lesiones.

Esta psicosis colectiva desbordó la zona geográfica del centro del país y ya llegó a Lima. Hace poco en Huaycán, una turba destrozó carros e intentó tomar una comisaría en protesta porque, según ellos, la Policía no informaba sobre la detención de presuntos traficantes de órganos de niños. La realidad decía que no había ninguna denuncia al respecto y menos algún detenido.

El problema es que hay mucha gente que le da credibilidad a cualquier rumor lanzado sobre “pishtacos” y responde con violencia. Su punto de vista está ligado al dogma, la verdad sagrada y esa intolerancia que hace que las personas se vuelvan extremistas. A falta de argumentos, sensatez y ante el exceso de manipulaciones, muchos pobladores responden con agresiones, linchamientos y desmanes.

Hacer causa común luego de producido un rumor es un suceso que en los últimos tiempos ha generado problemas en Huancayo, Huánuco, Pasco, Chanchamayo, Satipo, Ayacucho, Huancavelica, entre otras ciudades.

No hay duda que hay facinerosos que se aprovechan del sentimiento de inseguridad de la gente.

TAGS RELACIONADOS