El presidente Martín Vizcarra intenta tomar el toro por las astas ante la grave crisis del sistema de justicia en nuestro país y anunció la pronta conformación de una comisión para reformar el Poder Judicial. Con ello, el jefe de Estado trata de colocarse por encima de los escándalos generados por los audios de jueces y de miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, que dejan entrever componendas y negociaciones espurias. Sin embargo, la población espera también que su liderazgo quede de manifiesto y se ponga al frente de una corriente que pide sanciones ejemplares a los operadores de la justicia que han defraudado no solo a su institución, sino también a todos los peruanos. En las actuales circunstancias que vive el Perú, la incertidumbre y las dilaciones son lo más dañino. De esta forma solo se viciará la atmósfera y ganará la estrategia de los pillos, que solo buscan alargar los tiempos para tener impunidad.
Nadie quiere que las investigaciones y los trabajos de las comisiones sean un nudo de acusaciones. Muchas veces hemos visto que se han fomentado odios y se han producido polarizaciones. Si ello ocurre, se convertirán en un gran obstáculo para lograr buenos resultados. Se necesita personas honorables, equilibradas y sensatas.
Hay que darles un duro golpe a esos individuos indolentes y taimados que se dedican a manejar su poder atendiendo solo a sus provechos personales. Por estos sujetos, la justicia peruana está desapareciendo desde su estandarte de imparcialidad, ya que anteponen los intereses de los negocios a los de la sociedad.