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Una vez que se dio la censura al ministro de Educación, Jaime Saavedra, sostuve en este mismo espacio que el Gobierno y la oposición habían resultado perdedores con ese impasse, que fue el primero de gravedad que afrontó el presidente Pedro Pablo Kuczynski frente al fujimorismo, que antes le otorgó el voto de confianza y facultades para legislar en diversas materias. Señalé también que lo que debía venir en adelante debería ser una aproximación, por el bien del país.

Pues bien, ayer hubo un encuentro entre el presidente Kuczynski y Keiko Fujimori, quien, guste o no, es la lideresa de la principal fuerza de oposición, que además cuenta con la mayoría del Congreso. Que haya sido en la casa del arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, o en otro lugar, pienso que es lo de menos. Claro, han salido muchos a cuestionar la participación del Cardenal, pero más allá de las críticas, lo que urgía acá era la aproximación, y eso ya se dio.

Tengamos en cuenta que el tema de fondo acá no es la pelea entre el Ejecutivo y el Legislativo, entre “ppkausas” y “naranjas” o entre Pedro Pablo y Keiko. Acá lo que debe prevalecer es el arribo a puntos de encuentro para solucionar los problemas que golpean al país. Tenemos violencia en las calles, conflictos sociales, proyectos de inversión trabados, una economía que aún no se calienta y un alto grado de corrupción.

Estamos a menos de cinco meses de iniciado el gobierno de Kuczynski, y sería letal que en los próximos cuatro años y medio el país se la pase en un constante enfrentamiento, que a la larga lo único que provocará será que los temas de fondo no sean tratados a tiempo, y que para 2021 tengamos levantando la cabeza a las alternativas “antisistema” que podrían echar para atrás todo lo avanzado en las últimas décadas.

Es de esperarse que, tras el encuentro de ayer, el país comience a caminar con menos turbulencia solucionando sus problemas y apartándose de sugerencias extremas y fuera de lugar como las que hemos tenido que oír y leer en los días previos a la censura del ministro Saavedra. Bien por el presidente Kuczynski, por Keiko Fujimori y por el cardenal Cipriani, quien aunque no guste a muchos, consiguió lo que hace meses estaba pendiente tras una campaña en extremo agresiva.

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