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Hoy, que Israel celebra su 70° aniversario de creación como Estado (1948) -era su legítimo derecho y aspiración-, luego de la dación de la Resolución 181 (1947) de la ONU que recomendó el establecimiento de dos Estados -el otro era Palestina que ese mismo día junto a todo el mundo árabe le declararon la guerra-, una de las preguntas que no quiere contestar la Casa Blanca, que tuvo muchísimo que ver en la referida oferta de la ONU, es: ¿Por qué se ha producido el rompimiento de su posición tradicional sobre Jerusalén, de respetar la decisión de la ONU de considerarla una ciudad con status internacional a la que convergieran los dos Estados, siendo en consecuencia atendible que pudieran constituirse dos capitales: la de Jerusalén Occidental para Israel, y la de Jerusalén Oriental, para Palestina. Pegada a esta pregunta hay otra: ¿Por qué Trump decide ir más allá de la actitud de sus predecesores que con prudencia no trasladaron la sede la Embajada de Washington, en Tel Aviv, hacia la histórica Jerusalén al existir una resolución de la ONU que precisamente llevó a los países que mantienen relaciones diplomáticas con Israel, sensatamente, a retirar sus Misiones de esta vieja ciudad hasta que concluyan un acuerdo los dos países en conflicto.

La respuesta no es nada difícil. Ha sido la decisión de los poderosos lobistas judíos, que constituyen el verdadero poder en EE.UU., de restablecer la pétrea alianza estratégica de Washington con Israel que fuera diezmada por la administración Obama, quien mantuvo inocultables fricciones con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Para la Casa Blanca era indispensable reconectar y vigorizar su vinculación con Israel, pues comenzaba a surgir un escenario riesgoso para sus intereses en el Medio Oriente por el empoderamiento ruso en Siria. La sionización de Trump se explica, además, porque su yerno y mano derecha, Jared Kushner, casado con su hija Ivanka, es judío como ella. Sin embargo, dicha legítima adhesión sionista podría provocar la exacerbación de un conflicto (otra Intifada), que se mantendrá mientras el presidente neoyorquino siga avalando los territorios ocupados por Israel.