La agencia calificadora Moody´s no ha tenido reparos en afirmar que el Perú se encuentra en recesión económica. De hecho, la situación es crítica por más que en el Ministerio de Economía y Finanzas se hayan negado hasta ayer a admitir esta crisis. Sin embargo, la cosa se pone más compleja si tenemos a un segundo vicepresidente del Congreso como Waldemar Cerrón, quien cree que esto se arregla cambiando la Constitución y volviendo a los tiempos nefastos de las empresas públicas.
Ayer, luego que el diario Gestión diera esta preocupante noticia, al congresista Cerrón, de Perú Libre, le preguntaron sobre cómo afrontar esta dura realidad. Su respuesta pareció venir del oscuro túnel de inicios de los años 70, que 20 años después nos llevó al abismo de la hiperinflación, el desplome del crecimiento y el aumento de la pobreza. Para este caballero la única salida a la recesión es volver al Estado dueño de empresas públicas plagadas de ineptos y corruptos que año a año generan pérdidas.
En verdad, lo que diga el congresista Cerrón a título personal no debería tener la menor importancia. Se debe tener en cuenta que viene de Perú Libre, el partido del doblemente corrupto Vladimir Cerrón y que lanzó al poder al sinvergüenza de Pedro Castillo. Sin embargo, hoy este caballero es vicepresidente del Congreso. Guste o no es una autoridad, y si alguien que tiene poder de decisión en el país piensa de esa manera, mejor apaguemos la luz y vayámonos todos.
El congresista Cerrón quisiera que el Estado se llene de empresas como Petroperú, que es un ejemplo de pésimo manejo económico, especialmente en el gobierno del lápiz, en que Castillo vendió al peso el nombramiento de un gerente general totalmente inepto, hoy encerrado en un penal, lo que fue el tiro de gracia a una compañía estatal que tiene que pedir dinero de todos los peruanos al fisco para no quebrar. Así quiere salir de la recesión el número tres del actual Congreso.
Alguna persona caritativa debería informarle a este congresista que la sola posibilidad de que en el Perú entre en vigencia una Constitución como la que sueña Perú Libre, haría que nadie invierta, que se alejen los capitales y que nos convirtamos en un paria en el mundo financiero internacional, lo que agravaría la crisis. Esto solo afectaría a los más pobres que quieren un empleo formal y digno que mejore sus condiciones de vida, y no el tener que escuchar a charlatanes de plazuela que viven y hacen carrera con sus necesidades.