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El caso del congresista Roberto Vieira demuestra perfectamente cómo operan las agrupaciones políticas en el país, que abren las puertas y colocan en lugares soñados de las listas al Congreso a personajes que no representan a nadie, que no aportan al país y que en la mayoría de casos terminan como el mencionado legislador no agrupado, quien ha sido denunciado por pedir dinero a uno de sus parientes para “arreglarle” un problema en el Ministerio de la Producción.

Vieira siempre fue un fujimorista. Sin embargo, acabó como candidato al Congreso con el número 3 por la lista de Peruanos Por el Kambio (PPK), una agrupación supuestamente enfrentada a los “naranjas”. Hoy en el oficialismo nadie puede explicar cómo es que llegó a tener esa posición tan preferente. A los pocos meses de mandato, estaba fuera del bando ppkausa, pero ya lo habían convertido en padre de la patria.

Un perfil de este personaje, publicado ayer en El Comercio, señala que el desconocido Vieira habría ganado el soñado número 3 en la lista por Lima de la agrupación que lideraba Pedro Pablo Kuczynski tras ofrecer un aporte de dinero que jamás habría entregado al partido. Lo cierto es que pasó todos los supuestos filtros que deberían existir para seleccionar a postulantes al Congreso, y finalmente ganó. ¿A quién representa? ¿Qué aporta al Perú? Nadie lo sabe.

Ayer el congresista Richard Arce (Nuevo Perú) presentó una denuncia contra Vieira por infracción a la Constitución y por los presuntos delitos de patrocinio ilegal y tráfico de influencias, al haberle pedido dinero a un primo suyo a fin de “interceder” en el Ministerio de la Producción para solucionarle un problema que tenía con una de sus embarcaciones. En el audio, el legislador en cuestión se ufana de manejar a su antojo a los funcionarios de ese sector.

El caso de Vieira debería ser visto de inmediato por la comisión pertinente y por el pleno. Las evidencias en su contra son contundentes. Sin embargo, más allá de la situación penal de este personaje, la cual es más que sombría, queda a las agrupaciones políticas reflexionar y hacer un mea culpa sobre el tipo de congresistas que están dando al país a cambio, al parecer, de dinero. Lo irónico es que luego se quejan del gran rechazo de la ciudadanía.