El nuevo escenario tras la denuncia constitucional de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, obliga a algunas reflexiones sobre tiempos y urgencias. El camino planteado por la vía de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC) es en demasía extenso para un régimen delincuencial como el que nos gobierna.
Para un gobierno obstruccionista, desesperado y arrinconado por su propia impronta delictiva (es risible que periodistas como Gustavo Gorriti afirmen que no se trata de una organización criminal), cada día de permanencia en el poder es avanzar en sus planes facinerosos y en su objetivo vital de permanecer en el poder a cualquier precio. Por eso es que una de sus opciones radica en el juego en pared que tiene con Antauro Humala, un matón de barrio al que no le interesa la democracia y que apunta a generar una violencia indiscriminada contra el Congreso con el fin de ponerle en bandeja a Pedro Castillo la posibilidad de su cierre.
Este régimen de malandrines con secuaces en el Congreso exige una salida más rápida y viable como la que proponen Alejandro Muñante y Diego Bazán a través de la suspensión por incapacidad temporal del presidente (artículo 114 de la Constitución). Es decir, mientras la SAC avanza con calma en el rigor que exige el procedimiento para una acusación constitucional, que derive en una inhabilitación para el ejercicio del cargo, Pedro Castillo debe ser suspendido y alejado de toda cuota de poder.
La salida es absolutamente legal y propicia, y requiere una mayoría calificada de votos, es decir, 66. Es, además, una respuesta a la estrategia inmunda a la que apeló el castillismo para aferrarse al poder al comprar los votos de decenas de congresistas, lo cual impide ahora y por siempre -deben entenderlo Jorge Montoya y Edward Málaga- una vacancia presidencial. El camino es ese, expeditivo y transparente, y tiene como objetivo deshacernos de este aprendiz de criminal encaramado en Palacio por aquellos que ahora tienen la ostra -como el IDL- de cuestionar procedimientos y advertir una supuesta derechización del poder. Sería más digno para estos quedarse callados y no recordarles que son los padres del monstruo, que gracias a ustedes, a sus odios y a su veneno ideológico, un criminal llegó a Palacio.