No sé ustedes, pero este Congreso se parece mucho a un caballito loco que corre desesperado por llegar a la meta sin oxigenarse, lo que le conllevará al colapso en tan poco tiempo. Sacan leyes como si regalaran becas, a modo de competencia, sin siquiera analizar las consecuencias de las mismas.

Por ejemplo, hace poco aprobaron el retiro del 25% de los fondos de las AFP, sin pensar que el fondo dejaría de ser intangible y podría ser retenido en alguna cobranza coactiva, en desmedro del aportante. Al ver la torpeza no advertida a tiempo, presentaron otra ley para proteger dicho monto.

Lo que no se dieron cuenta en el Legislativo es que la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) ya le había ganado el vivo y decidido que el dinero mantendrá su intangibilidad, lo que imposibilitaría que un acreedor lo cobre antes. ¿Qué hubiera pasado si esto no hubiera ocurrido? ¿Alguna luminaria congresal lo analizó? No.

Lo que no deja de llamar la atención es que hay un discurso monocorde en el Parlamento. Si a un congresista se le ocurre que los taxis colectivos son mejores que los microbuses para transportar a personas, entonces el resto no debate con inteligencia y solo asienta. Y así las leyes salen a granel.

Lo que se viene será de locos, a medida de que se acerquen las elecciones generales. ¿Regulación de precios? ¿Alguna otra tontería? Todo se decidirá por el instinto de la reelección y la presidencia. Poco será racional. El daño estará hecho. Tenemos un Congreso cuya agenda la marca las ansias por robarle popularidad al campeón del populismo, el señor Vizcarra.