En momentos tan críticos como los que vivimos a causa del COVID-19, la vacunación es una alternativa para reducir el número de casos graves y fallecimientos. Días atrás en este espacio saludamos que se haya comenzado con el proceso de inmunización de los adultos mayores en las diferentes regiones. Sin embargo, somos críticos ante situaciones como las vividas en Piura.

La mencionada jurisdicción ha sido una de las más golpeadas del país desde el inicio de la pandemia. El punto máximo se dio el viernes nueve de abril, cuando pacientes internados en Talara murieron por fallas en el suministro de oxígeno, algo que pasó casi desapercibido porque dos días después era la primera vuelta electoral y las miradas estaban puestas en otro lado.

El viernes último el gobierno envió vacunas a Piura, pero solo algo más de 9 mil dosis. Esto motivó el rechazo de autoridades, gremios y demás. El reclamo ha sido unánime contra el presidente Francisco Sagasti, quien además tuvo unas frases poco felices dirigidas a una población golpeada por la muerte y los contagios.

Sería bueno un poco más de empatía. Los gestos dicen mucho y más cuando la gente se sigue muriendo y espera que sus autoridades hagan algo por ellas. El proceso de vacunación debe seguir, aunque con mayor celeridad y dando prioridad a las zonas más castigadas.