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El viejo apelativo de “casa del jabonero” aplicado al sistema judicial no pierde vigencia pese al paso del tiempo. Cada uno con su experiencia, con su caso y su “injusticia” le dan vigencia a la idea de que es donde caes por una razón u otra y de donde siempre saldrás peor. Desde la madre que debe esperar plazos inauditos por sentencias de alimentos para sus hijos, y otros más para que se cumplan; o los fallos de un juez que desconoce la ley o no sabe aplicarla; hasta las condenas sin pruebas o las excarcelaciones “aceitadas”, sin dejar de hablar de la transversal corrupción. La administración de justicia es desde hace mucho un tema de actualidad periodística y está bien que sea así, pero antes que todo porque afecta la vida de las personas. La actuación de todos los organismos competentes en la administración de justicia ha sido de común mal vista y basta revisar la historia para saber que el descrédito viene de antaño. Se ha intentado reorganizarla alegando leales intereses en algunas ocasiones y con obvios afanes de controlarla tal vez las más de las veces. Ya lo sabemos.

La confianza en una administración de justicia es indispensable para que la democracia sirva a sus ciudadanos, garantice el respeto de sus derechos de libertad, propiedad, de pensamiento, entre otros; porque es necesaria para atraer y garantizar la inversión, que es la que da trabajo. Lograrlo requiere construir consensos alrededor de la importancia y la urgencia de la tarea, y construir mecanismos que brinden confianza a los ciudadanos y logren atraer a los más destacados para ejercer tan importantes responsabilidades en un marco de transparencia y un firme y respetuoso escrutinio público. En medio de ese debate se han dado normas conducentes a reemplazar instituciones fallidas por otras que den más confianza a los ciudadanos y atraigan a los más capacitados. No es fácil lograr unanimidad, pero sí identificar temas en los que podemos alcanzar consensos mínimos, como el imperativo de tener jueces y fiscales de solvencia académica, independencia, trayectoria y reconocida honorabilidad. En la lógica de contribuir con ese esfuerzo, debo informar a los lectores que acepté la invitación para desempeñar el rol de vocero técnico del concurso de selección para magistrados de la Junta Nacional de Justicia.