GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

El Perú no necesita, en circunstancias actuales, una certificación externa de buena conducta. Quienes ponen en entredicho la vigencia de las libertades de la democracia interna son parte interesada en desacreditar el régimen. Cuánto darían porque un clima de inestabilidad política les permita ganar algo del río revuelto. El desenlace de la pretensión de asilo de AGP ha servido para que también otros países e instituciones hayan dado fe de la independencia de poderes en el Perú. También el pronunciamiento del equipo de fiscales brasileños de la investigación “Lava Jato”, en apoyo del equipo de fiscales y jueces peruanos, es buena señal de que el Gobierno no mete la mano en las decisiones de la justicia. El resto es solo una realidad que ocurre en las columnas de opinión de los diarios, en el trabajo de los operadores políticos de las redes sociales. No responden a una “realidad real”, buscan mediante medias verdades o hechos manipulados generar un ambiente hostil que favorezca sus intereses, uno de los cuáles -el fundamental- es escapar de la ley.

Cuando se habla de la acción mediática y del poder de personajes e instituciones como los jueces y fiscales (Domingo Pérez o Concepción Carhuancho), del IDL (y Gustavo Gorriti y otros) no perdamos de vista que la herramienta de su trabajo es la verdad. La contundencia y la fuerza que determina el triunfo de unos sobre otros es el peso de la verdad. El triunfo del bien sobre el mal no es otra cosa que el imperio de la verdad sobre la mentira, la estafa, el fraude. La verdad es una condición sin la cual la noticia no es tal. De allí que el contexto mediático sea como el pez al agua en estos fenómenos de la política, y que sea en los medios donde se libre una de las batallas más duras.