La violencia contra la mujer es, a pesar de los esfuerzos por desterrarla, una realidad lacerante que no merece medias tintas, hay que condenarla en todas sus formas si es que realmente se busca atacarla y cortarla de raíz. Por eso, cuando se quiere denunciar reiterados episodios de agresiones no se puede jugar a la telenovela por capítulos midiendo poco a poco la reacción de la gente, eso, en lugar de aportar a que se visibilice y se tomen medidas a favor de la agredida se convierte en un reality que desdibuja totalmente la gravedad del asunto. Esta rigurosidad que se exige para este tipo de situaciones debe ser cumplida por todos los involucrados, especialmente por las figuras públicas, aquellas que con sus decisiones influyen muchísimo en millones de hombres y mujeres y cuyos mensajes pesan más que cualquier campaña que puedan difundir las autoridades del sector. Lo que está sucediendo con la modelo Vania Bludau y su expareja Mario Irivarren, dos personajes mediáticos entre la juventud, entre los dos con 5,8 millones de seguidores en Instagram, no es la mejor forma de exponer una relación tóxica con serios episodios de violencia. Ella jugando al misterio, contando por episodios, soltando a medida de la reacción del otro y por partes, justificando que no dice nada “porque lo quiere”. Él culpando a sus “ataques de ira” su agresividad, sin admitir que la violencia es una sola y no se puede disfrazar. Ambos proyectando entre sus seguidores conceptos errados de cómo se debe manejar la agresión a una mujer. Las redes sociales son un vehículo importante para denunciar escenarios de violencia, pero  al mismo tiempo si se quiere castigar y proteger la integridad de una mujer debe ir paralelo a la denuncia ante las autoridades, de esa manera la lectura para quienes desde fuera ven el caso en el que están involucrados personajes mediáticos se dan cuenta lo que deben hacer. Bludau e Irivarren, con las diferencias evidentes, deberían darle a una mirada al juicio por difamación que entabló Johnny Depp a su exesposa Amber Heard, en las que ambos decidieron ir a los tribunales para ventilar sus conflictos en una relación en el que la violencia fue pan de cada día. Quien busca realmente justicia va a los tribunales, no usa su drama para historias de Instagram.

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