El Perú está en la vista del mundo que sigue de cerca el desenlace a que debe arribar el proceso de escrutinio de las votaciones efectuadas en el acto de elecciones del pasado domingo 6 de junio. El que sea elegido presidente o presidenta lo será por haber conseguido la mayoría de los votos.
Ello significa el respeto incólume de la voluntad popular. Respetar lo que diga la mayoría supone que cada voluntad individual también lo sea en toda su extensión. Se ha iniciado el proceso de levantamiento de impugnaciones a más de 1000 actas que fueron observadas por uno u otro partido político en la contienda electoral.
Que esto suceda también es parte del ejercicio democrático y no deberíamos sorprendernos por ello. La voluntad popular exige de los candidatos no efectuar ningún gesto o acción que parezca denotar una intención sobre sus votantes hasta que la Oficina Nacional de Procesos Electorales – ONPE dé a conocer a todo el país el resultado de la contabilidad del sufragio universal y que, en consecuencia, el Jurado Nacional de Elecciones, de manera jurídicamente solemne, proclame al ganador de las elecciones 2021.
Es verdad que la mitad del país menos un voto no estará de acuerdo con el resultado y que así sea, es parte del ánimo que produce inevitablemente en los perderemos una contienda electoral pero luego de ello, corresponderá, eso sí, el reconocimiento cabal del resultado porque lo que seguirá será la legitimación política que debe contar el futuro gobierno del Perú para llevar adelante la política del país por los próximos 5 años, conforme lo establecido en la Constitución Política del Perú.
La voluntad popular no debe ser impuesta sino preservada y respetada, que es distinta. Nadie debe atentar o amenazar a la voluntad popular porque será una ofensa y un delito y hasta un daño a la democracia como sistema político. Los políticos y la población peruana en general, debemos ejercitarnos en la tolerancia para saber ganar y saber perder. En la democracia la dinámica del riesgo es una realidad consustancial al sistema que nadie debe olvidar. Esperemos firmemente que se cumpla la voluntad de las mayorías. Si lo hacemos, todo volverá a la normalidad y la estabilidad será una regla para todos los peruanos, por lo menos es lo que esperamos.