Muchos fuimos sorprendidos por los resultados del Frente Popular Agrícola FIA del Perú (Frepap) y de Unión por el Perú (UPP) –partidos que obtuvieron un porcentaje considerablemente más alto de votos válidos de lo que se predecía–. Fueron los dos partidos más subestimados en el último simulacro realizado por Ipsos el 25 de enero, mientras que los votos de partidos más concentrados en Lima –como el partido Morado– fueron sobreestimados.

Tenemos que dejar de pensar el Perú en función de Lima.

Ayer, el profesor Fernando Tuesta comentaba en RPP que, en vista de que solo se pudo hacer campaña en radio y TV a través de la franja electoral, quienes se vieron beneficiados fueron aquellos partidos con bases organizativas territoriales a nivel nacional, que en Lima no se percibían.

Ahí se explica la sorpresa. En Lima nos falta mucho para entender el tipo de recursos que se movilizan a nivel nacional y que no están a plena vista; que no constan de publicidad invasiva o ruido político. No se trata de cobertura mediática. Se trata más bien de tejer redes. En el caso de UPP son redes de reservistas que han logrado penetrar con muchísima fuerza el sur del país, representando propuestas de corte absolutamente radical. El Frepap tejió sus redes sobre todo en la selva, pero también en Lima– representando el conservadurismo encarnado en el incanato y el cristianismo ortodoxo–. Acá vemos el peso del Perú que no necesariamente es Lima y se hace sentir.

Debemos, también, reconocer que desde la academia no siempre se tienen las respuestas. Hay fenómenos que no podemos explicar desde un escritorio porque estamos demasiado alejados de ellos. A veces, la experiencia directa es más valiosa que la teoría. Es momento de conectarnos como país. De escuchar a quienes reclaman ser escuchados. Yo me propongo informarme. ¿Queríamos un Congreso diferente? Aquí está. ¿Queríamos un Congreso más representativo? Aquí está. ¿Queríamos un Congreso mejor? Eso ya lo veremos.