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Para algunos como este columnista no es ninguna sorpresa que el Frente Amplio se haya terminado de sacar la careta al no suscribir la moción que condena los estropicios de Nicolás Maduro en Venezuela y llama al retorno de los cauces democráticos en un país que, hace rato, ha dejado de someterse al imperio de la ley, la división de poderes y el respeto al orden constitucional. Entre todos los abusos y tropelías del chavismo reciente, destaca el caso de Leopoldo López, el líder opositor que ha sido condenado nada menos que a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión por incitar a la violencia durante manifestaciones ocurridas en 2014 contra el sátrapa de Maduro. López ha pedido ayer el cambio de la prisión de Ramo Verde, donde le han arrojado heces, sufre aislamiento total, le han robado documentos judiciales de su defensa y -lo que más le debe doler- han desnudado a Lilian Tintori, su esposa, para revisarle hasta las prendas íntimas durante una visita. Apenas en enero de este año, y en otro cuarto, hicieron lo mismo contra su madre y sus hijos Manuela y Leopoldo, menores de edad. Pero a este Frente Amplio de Verónika Mendoza, Indira Huilca, Marisa Glave y Marco Arana, esos atropellos, y todos los demás que se prodigan en Venezuela cada día, sin alimentos, medicinas ni electricidad, envuelta en una crisis humanitaria sin precedentes, le interesan un bledo. Ellos quieren seguir recordando la dictadura del fujimontesinismo como si la viviésemos hoy y estuviese vigente por los siglos de los siglos. Con su doble moral de siempre, escarban en la paja del ojo enemigo pero minimizan la viga en el propio. Por eso dicen “ni una menos” y se cuelgan de una protesta cívica en defensa de la integridad de la mujer que no tiene banderas políticas, pero optan por el silencio inmoral cuando a la valiente esposa de López le revisan hasta las bragas.