Llamamos la atención y hasta causa un poco de gracia en medio de la dura situación que vive el país, ver por estos días a ciertos personajes de nuestra política cuestionando que han salido a la luz las declaraciones de la lobista Karelim López que embarran al presidente Pedro Castillo, cuando hace pocos meses se sumaron a los cuestionamientos contra personajes de otras tendencias que fueron señalados por colaboradores eficaces implicados en otros hechos de corrupción.

Es insólito que desde la izquierda ahora se indigna por la filtración a los medios de las declaraciones de la organizadora de fiestas en Palacio de Gobierno, cuando antes las aplaudían luego de mostrar su cara de consternación. ¿Total?, ¿en qué quedamos? ¿Cuándo las filtraciones perjudican a mis rivales políticos están bien, pero si tocan mi presidente y sus ministros están mal?

Y lo mismo con los medios. Antes desde la izquierda destacaban que la prensa ponga reflectores sobre presuntos actos de corrupción, pero ahora que se hace lo mismo con las sospechas que existen sobre el presidente Castillo, sus funcionarios, sus sobrinos, sus amigos y sus amigos, se indignan, atacan y hasta insultan. No hay duda de que el poder cambia a las personas.

Ni la fiscalía ni los medios han inventado lo dicho por la señora López ni la turbidez con que el mandatario lleva este precario gobierno, así que mejor sométanse a las investigaciones o den un paso al costado de una buena vez para no seguir perjudicando al país.