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Hace unos días en este mismo espacio cuestionaba la capacidad del ministro de Cultura, Francesco Petrozzi, para pasar de ser fujimorista a miembro del nuevo gabinete del presidente Martín Vizcarra. Sin embargo, el tenor lírico y excongresista "naranja" se quedó chico al lado de César Acuña, quien parece actuar de acuerdo a como soplen los vientos, al extremo que ahora está dando la espalda a las decisiones que ha tomado su bancada, con su hijo Richard a la cabeza.

El dueño de Alianza Para el Progreso (APP), quien nunca dijo una sola palabra sobre las decisiones de los miembros de su bancada, que muchas veces han votado en el mismo sentido que fujimoristas y apristas, ahora sale con que sus congresistas son el enemigo. La cúspide de esto ha sido la expulsión de su partido de Marisol Espinoza por presentar ante el Poder Judicial un amparo para dejar sin efecto la disolución del Congreso por el presidente Vizcarra.

Es necesario mencionar que la señora Espinoza tiene muchos asuntos que aclarar ante la justicia, pues ha sido acusada de recibir dinero sucio para votar a favor de una norma que favorecía a Edwin Oviedo. Un testigo la señala directamente y quizá por ahí vaya su interés por no perder su inmunidad. Pero más allá de eso, no se entiende a Acuña, quien botó a su excongresista y ahora amenaza con someter a disciplina incluso a su propio hijo Richard por oponerse a Vizcarra.

Acuña ha asegurado en Trujillo que quienes lo conocen le dicen que en sus manos está salvar al Perú. Más allá de la risa y la burla que esto pueda generar, llama la atención la forma en que se maneja este partido, pues vemos al líder por un lado y a su bancada por otro. O el hombre no ha estado al frente de su grupo parlamentario, o ahora ha cambiado de opinión al ver que el cierre del Congreso tiene aceptación ciudadana pese a su olor a ilegalidad.

Para que la política sea seria, se necesitan partidos serios y coherentes, y no que estén yendo hacia donde llevan los vientos a pocos meses de un proceso electoral. Acuña debe explicar muy bien sus decisiones de las últimas horas, y si no es así, es de esperarse que el elector sepa castigar a su partido en las urnas. Ya no estamos como para poner al país al borde del abismo con nuestros propios votos. Es tiempo de votar con responsabilidad, y no por oportunistas y saltapericos.