Las elecciones de medio término de EEUU serán una prueba difícil para el partido de gobierno. Generalmente, después de dos años de liderazgo, la popularidad del mandatario tiende a bajar. Sin embargo, los demócratas mantenían esperanzas luego del repunte de Joe Biden tras la decisión de la Corte Suprema de revocar el caso Roe vs. Wade que protegía a nivel federal el derecho al aborto, y tras los numerosos tiroteos masivos que tuvieron lugar, siendo temas que favorecen el partido demócrata.
No obstante, al acercase los comicios, los estadounidenses han puesto su atención sobre la economía, con una tasa de inflación récord desde hace cuatro décadas y con una recesión tocándoles la puerta. Además, EEUU se enfrenta a una ola de violencia y a altas tasas de migración. Todos ellos, temas, que favorecen a los republicanos. Si los republicanos ganen ambas la Cámaras tendrán mayor margen de maniobra para pasar sus proyectos de ley y bloquear los de Biden. Si solo ganan la Cámara de Representantes, el equilibrio de poder será más marcado.
Pero las mid terms no sólo albergan la elección de las dos cámaras. En el seno de las dos cámaras habrá otra elección: La de los candidatos patrocinados por el ex presidente Trump y la de los demás republicanos. Porque está elección también servirá para compulsar fuerzas dentro del GOP y definir de una vez por todas el liderazgo real de ese partido. Y porque no decirlo, servirá para definir si el candidato republicano a la presidencia será, o no, Donald Trump. Hasta ahora, por los sondeos de opinión pública, a lo que habría que añadir las acciones políticas de las últimas semanas del propio Trump, todo indicaría que el empresario neoyorquino se erigirá nuevamente como el némesis del Partido Demócrata. Lo que en prospectiva significa que los dos años venideros la polarización de la sociedad política estadounidense, incluyendo los medios de comunicación, está garantizada.