La región central del país deja atrás un año en que las grandes demandas de la población se postergaron. Si bien es cierto que el gobierno central puso en agenda una vía alterna a la colapsada Carretera Central y el mejoramiento del aeropuerto de Jauja, poco se avanzó al respecto. El efecto es avivar el desagrado que tiene la gente contra las autoridades. Es que nadie tiene la certeza que habrá un punto final a las obras que tantas veces se prometió.
En 2015, la Carretera Central estuvo bloqueada muchas veces no solo por accidentes, sino también por la naturaleza y protestas en La Oroya. La vía más utilizada para ingresar a las regiones de Junín, Pasco, Huánuco y Huancavelica queda inservible, ocasionando millonarias pérdidas y de paso enviando un mensaje pésimo a los inversionistas, justo a aquellos que quieren atraer.
El presidente Ollanta Humala y sus ministros abogan por un proceso largo y parecen vivir en un mundo en que los resultados rigen para todos, menos para ellos. Ya se van y no cumplirán con su promesa de tener carreteras en óptimas condiciones y un aeropuerto de primer nivel en la región central del país.
En 2016 habrá cambio de gobierno y otras personas decidirán el futuro del país. Queda a los gobernadores regionales ser más efectivos en sus gestiones para lograr que se concreten las demandas de la población. Ellos deben saber que vivimos en el mundo de la inmediatez, en que todo se quiere pronto. Lamentablemente, en los organismos del Estado las conversaciones y coordinaciones se alargan sin resultados vaya a saber uno hasta qué fecha.
Ya es labor de los gobernadores regionales que el 2016 no sea otra oportunidad perdida para el desarrollo de sus regiones.