El capricho del postulante de Perú Libre, Pedro Castillo, al imponer el primer debate electoral de segunda vuelta en la provincia cajamarquina de Chota y en las fechas que le acomodan, puede jugar en su contra y solo demuestra, una vez más, la improvisación que hay detrás de su campaña.

Por definición, los debates electorales son un intercambio de ideas, y pullazos, entre candidatos, pero con un mínimo de organización y este encuentro, por más que los voceros de Perú Libre lo aseguren, no garantiza la seguridad para los postulantes, aunque Castillo, por su condición de local, partiría con ventaja sobre Fujimori.

Fuera las consabidas pullas, lo que la ciudadanía espera es que ambos den más luces de su plan de acción en caso sean elegidos y, además, brinden las garantías de que respetarán el orden democrático y la Constitución.

La primera vuelta estuvo marcada por las crisis sanitaria, política, económica y social derivadas de la pandemia. Estas crisis llevaron a un gran ausentismo en la primera vuelta y mal harían ambos en creer que su pase al balotaje fue con el respaldo mayoritario.

Los debates son necesarios, pero no deberían realizarse bajo los caprichos de los candidatos.