En el “Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional” el presidente Pedro Castillo ha manifestado la posibilidad que Bolivia tenga acceso al mar en territorio peruano. En una entrevista con el periodista Fernando del Rincón también ha expresado su beneplácito para que se abran las fronteras porque “todos somos de carne y hueso”. Es evidente que lo dicho entra en una clara contradicción incluso con los propios postulados de su Gobierno. Es una declaración de intenciones que afecta nuestra soberanía.

En política no hay recetas mágicas. Si el jefe de Estado da señales equivocadas o confusas en estos temas tan sensibles, generará más desconfianza e inestabilidad, pero también defraudará a los que aún aprueban su gestión. Visto de otro modo, tendrá el rechazo de la inmensa mayoría de peruanos.

En lugar de buscar para Bolivia una salida al mar, debe buscar para el Perú una salida a la crisis. Es urgente dejar este estado de caos generalizado. Su motivación debe ser tener logros en cuestiones básicas que afectan la vida de la gente como la economía, salud y educación, pero también darle nivel a su gestión.

Ya sabemos que hay todavía hay un grupo que defiende a Castillo a capa y espada. Lo único que hace es celebrar a un presidente ineficiente. Esto solo demuestra que para algunos la reivindicación del fracaso se impone al trabajo bien hecho. Sus razones tendrán.