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“Más rápido se coge al mentiroso que al cojo”. Este viejo refrán, que alude a la facilidad con que se descubre a un “Pinocho” porque, generalmente, incurre en contradicciones, se lo podríamos aplicar al exfiscal de la Nación Pedro Gonzalo Chávarry Vallejos.

Y es que la otrora máxima autoridad del Ministerio Público ha sido protagonista de una retahíla de expresiones contrarias a la verdad, manía que confluyó con sus yerros funcionales -auspiciados por la tienda “naranja” y el APRA- para que las calles terminen sacándolo a punta de vociferantes multitudes.

1.- Con un croquis de la Fiscalía de la Nación en mano, Chávarry trató de convencernos de que su despacho estaba en un ala muy distante de donde se ubica la oficina que fue deslacrada por su asesora principal y su escolta y que, por lo tanto, no podía ponerle la firma a la sustracción de documentos. El Comercio, con un par de fotos de videíto manda, en las que se le ve conversando con Rosa María Venegas y abandonando juntos el edificio, echa por tierra la “coincidencia”. Por este caso ya tiene impedimento de salida del país por nueve meses.

2.- Negó en mil idiomas conocer al “hermanito” César Hinostroza y al empresario Antonio Camayo, y dijo que tampoco supo de una reunión con un grupo de periodistas para que lo hagan famoso. Como “el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”, según Aristóteles, Chávarry tuvo luego que agachar la cabeza y admitir la cita con “la prensa”. La fiscal del Callao Sandra Castro, que investiga a “Los Cuellos Blancos del Puerto”, le respira en la nuca.

Y así por el estilo.