El 17 de junio de 1956 fue la primera vez que las mujeres votamos en el Perú. Más de 60 años han pasado, pero recordar esta fecha debe llevar a reflexionar sobre si el reconocimiento de los mismos derechos deriva en la práctica en tener las mismas prerrogativas que nuestros pares masculinos.

Empecemos por derechos como intimidad u honor. ¿Se protegen por igual? ¿Se escudriña de igual modo en la vida privada de los hombres que lo que se hace con las mujeres? ¿En las decisiones sobre estado civil, uso del tiempo libre, (no) maternidad? O, desde las libertades informativas, ¿se escucha de igual modo la voz de las mujeres?

En derechos políticos, tema de particular relevancia hoy, nuestra posibilidad de ser representadas aún es limitada. ¿Cuántas mujeres realmente llegan a ser elegidas? En el Congreso, tenemos 34 congresistas mujeres. 0 gobernadoras regionales, pocas alcaldesas y regidoras en proporción.

Además, muchas son víctimas de acoso político: 26% en las Elecciones 2014, 22% en 2018, 49% en 2016, y 52% en 2020 (Encuestas JNE). A estas razones, se suman los estereotipos sobre las candidatas, a quienes se exige probar mayores méritos o tienen menor posibilidad de acceso a financiamiento privado.

En educación, 9 de cada 10 niñas completan la escuela primaria pero solo 3 de cada 4 completan el primer ciclo de escuela secundaria y, en los países de ingreso más bajo, menos de dos tercios de niñas termina la escuela primaria y solo 1 de 3, el primer ciclo de escuela secundaria.

En trabajo, aún hay brecha salarial, además de que las mujeres se benefician menos de la reducción de la pobreza (ONU 2018), a lo que se agrega la menor posibilidad de acceder a puestos directivos, en correlato con prácticas muy generalizadas como mansplaining o acoso laboral. Ello sin contar las actividades no remuneradas en el hogar a las que las mujeres nos dedicamos casi 23 horas más que los hombres.

Además, hay un impacto económico diferenciado en contextos como el generado por el COVID-19 por el alto porcentaje de mujeres en trabajo a tiempo parcial, autoempleo, informalidad, empleo a plazo fijo de mejor duración y empleo en empresas pequeñas con menor productividad

Días como hoy en que recordamos avances, nos deben traer también reflexiones. Y animarnos a que, desde nuestras tribunas, nos comprometamos con la lucha por la igualdad real en todos los derechos (no solo los políticos). Y mientras no llega, a siempre alzar la voz contra la discriminación, la diferencia injustificada y el abuso.