La reforma de los fondos de pensiones se vino abajo cuando en el anterior Congreso, vía Carmen Omonte, se intentó mezclar la ONP y la AFP sin la mayor consideración de los aportes personales: era una especie de “chanchita” social a favor de quienes menos ganan. Desde todo punto de vista era un absurdo. ¿Por qué no se ha hecho nada desde entonces? ¿Quiénes están detrás?
Evidentemente, todo parte desde el Legislativo y el Ejecutivo, de donde hasta ahora no ha salido ninguna propuesta para zanjar con las inequidades del sistema de pensiones. Por un lado, nos obligan a elegir entre la propuesta pública (ONP) y la privada (AFP), algo así como escoger entre el mal menor. Por el otro, nada asegura una buena rentabilidad.
Cada vez que hay una catástrofe mundial, llámense Covid-19 o guerra Rusia-Ucrania, quienes pagan los platos rotos son los aportantes. ¿No sería mejor no obligar al ciudadano a afiliarse a un sistema de pensiones, sino que sea opcional? Y si esta propuesta termina siendo perjudicial para los intereses del Estado, que siempre subvenciona con bonos, ¿por qué no es agenda nacional?
Cerca de 32 mil millones de soles, supuestamente, van a salir de las arcas de las AFP con la firma de la ley que libera los aportes hasta 4 UIT (18 400 soles). Y sus representantes han saltado hasta el techo, como si los aportantes tuvieran la responsabilidad de alimentar sus ganancias. Todo hace indicar que este sistema privado de pensiones debe entrar en debate, salvo algún lobby que lo impida.