Luego de conocerse que varios parlamentarios terminan mintiendo en sus hojas de vida, e presidente del Comité de Ética del Congreso de la República, Juan Gonzales Ardiles, dice que van a proponer una reforma para que dichos documentos sean revisados por el Jurado Nacional de Elecciones, tirándole así la pelota. En verdad, ¿no deben ser también los propios partidos quienes echen un vistazo a lo que le proponen a la población?

Creo que hay una responsabilidad amarrada, compartida por fines nada santos y alcahuetería pura para sacar otro provecho. Por un lado, los candidatos que se arriesgan a tapar como gatos sus desechos en el jardín; y por el otro, los partidos políticos que fungen del jardinero que huele pero solo lanza más tierra para amenguar la fetidez o tenerlos conminados.

Por eso debería haber una reforma electoral para que haya una sanción no solo moral para la agrupación política que cobija a los remedos de candidatos, sino que se ejecute alguna reprimenda que acabe con la presentación de embusteros en perjuicio del electorado. Porque lo único rescatable de Gonzales Ardiles en su entrevista con El Comercio es que no todos los electores leen las hojas de vida de los postulantes.

Sin embargo, tampoco se le puede echar la culpa a los electores de no percatarse que, por ejemplo, la congresista Yesenia Ponce no haya concluido su colegio, así como que su colega Maritza García presente documentos de estudios con más manchas que piso de mecánico. Si hasta al líder de Alianza Para el Progreso, César Acuña Peralta, se le encontró irregularidades en su hoja de vida, ¿cómo el ciudadano puede darse cuenta de esto?

Creo que los partidos hacen un espíritu de cuerpo al zafar del lío y tirarle la pelota al JNE para que revise los expedientes que estos mismos presentan. Porque personeros legales tienen y los reclutadores olfatean como perros de aeropuerto todos los currículos de sus postulantes. Entonces, no vale esa lavada de manos. Es el momento de una reforma al respecto.