El meteórico repunte, en las encuestas de Datum, de la aprobación presidencial (pasando de 22% a 31% en este mes) se puede explicar básicamente por tres hechos: la disminución en las obstrucciones de Fuerza Popular, el refrescamiento del Gabinete y la euforia generada por la posibilidad de que el Perú clasifique al Mundial Rusia 2018. Si bien pareciera que el fútbol, la política y la economía van por cuerdas separadas, es indudable que un cambio positivo de ánimo mejora las expectativas en la población. Esto no solo se manifiesta en la subida de la aprobación presidencial, sino también en las expectativas sectoriales, según información del BCR. Los triunfos de la selección de fútbol despiertan un sentimiento de orgullo que nos permite creer que podemos lograr metas difíciles sin importar las adversidades. Es notable que, a pesar de que las estadísticas están en nuestra contra e históricamente son pocas las veces en que hemos ganado a Colombia, incluso en nuestra cancha, el 68% de los peruanos cree firmemente que iremos al Mundial, convicción que despierta un orgulloso sentimiento de peruanidad.Nuestra selección, al igual que nuestro país, no tiene a los mejores jugadores del mundo. Lo que sí tiene es un liderazgo con claridad en el objetivo, colocando los recursos más adecuados con los que cuenta en el lugar correcto, sin priorizar intereses o favoritismos, ponderando los resultados porque saben que el triunfo se construye paso a paso y son conscientes de que los logros y fracasos en el camino son circunstanciales, sabiendo que las pasiones que estos resultados generan no deben confundirnos ni desenfocarnos. El equipo que hoy lidera la selección nos está demostrando que el Perú puede llegar, como país, tan lejos como nos lo propongamos, a pesar de nuestras limitaciones y pese a que las estadísticas nos jueguen en contra. Una increíble lección para todos los políticos, empresarios y ejecutivos que tenemos la responsabilidad de dirigir un equipo humano y que escudamos nuestros pobres resultados en el equipo o en las circunstancias, cuando el verdadero problema está en nuestro liderazgo. Una lección invalorable más allá del resultado del martes.