La huelga de profesores, que en gran parte del país lleva más de dos meses, está dejando importantes lecciones -aparte de un elevado costo político- al gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien ojalá que junto a sus colaboradores más cercanos se tome un tiempo a fin de analizar y tomar acciones con el objetivo final de que más adelante su administración y el país no se vean nuevamente inmersos en una situación tan desastrosa como la que se vive hoy.

En primer lugar, queda claro que al Gobierno le ha faltado una cabeza que lidere la postura del Estado. No se puede tener al Presidente convocando al diálogo mientras el sector Educación anunciaba descuentos y despidos y el sector Interior vinculaba a los docentes con Sendero. A todo esto se suma que el Ejecutivo no conocía la actual realidad del Sutep, que está fraccionado y sin la hegemonía de Patria Roja. ¿Dónde estuvieron las oficinas de prevención de conflictos o la DINI?

Otro punto es que el gobierno del presidente Kuczynski está huérfano de apoyo de quien debería ser su principal soporte político. Ha sido surrealista ver a la bancada oficialista metiendo candela y pidiendo cambios en el gabinete mientras el Ejecutivo hacía esfuerzos por mantener el equilibrio en medio del siniestro. Las posturas de Gilbert Violeta y Salvador Heresi más parecían alineadas con las de Keiko Fujimori que con las de su líder de Palacio de Gobierno.

Un tercer punto que queda claro es que la gestión de tres años del anterior ministro de Educación, Jaime Saavedra, no fue la maravilla ni el paraíso que muchos tratan de defender. La huelga era una bomba de tiempo que terminó por reventar en junio. ¿O es que alguien puede creer que los reclamos de los docentes, en muchos casos justos, se gestaron únicamente desde que Saavedra fue censurado en diciembre último? Hay mucho por hacer en ese sector, al igual que en Salud.

Es muy importante que la huelga llegue a su fin y que los docentes vuelvan a las aulas, pero también sería muy positivo que el Gobierno aprenda de las lecciones y enmiende los errores, que han sido muchos, pues acá ni siquiera ha tenido que ver la mano de la oposición para aumentar la crisis. Nuestro país no puede verse nuevamente en una situación similar, y menos aún cuando los más afectados son los niños y jóvenes más pobres.