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Esta semana desde Chile recibimos buenas noticias a favor de la igualdad. Un derecho tan fundamental como el de la identidad fue finalmente reconocido a través de una norma. Esta Ley de Identidad de Género permitirá a la comunidad trans ser legalmente identificada tal como se reconoce, y un simple procedimiento administrativo hará posible que su vida sea mucho mejor.

En el Perú, lamentablemente no hemos podido avanzar en la misma línea. Un proyecto multipartidario similar al chileno, presentado hace dos años, está durmiendo el sueño de los justos en la Comisión de Constitución del Parlamento. Ello pese a que existe un pronunciamiento de la Corte Interamericana, que exige contar con regulación de este tipo y que organismos como el Reniec han pedido tomar acción al Congreso, en atención a los más de 100 procesos judiciales que existen sobre el tema.

La realidad muestra, entonces, que en el Perú tenemos a hombres y mujeres trans que tienen un documento de identidad que no los identifica. Esto los afecta notablemente, pues el DNI es la llave para acceder a una serie de derechos como el acceso a educación, a salud, entre otros. Así terminan siendo los más vulnerables del sector más vulnerable de nuestra sociedad.

Por todo ello, creo que es importante valorar la experiencia chilena, pues mientras por aquí los sectores antiderechos han entrado en una guerra frenética e irracional contra el uso de la palabra “género”, allá pese a las diferencias ideológicas, los derechos avanzan. Debemos llegar al Bicentenario republicano con una sociedad más justa y respetuosa de los derechos humanos. Sigamos los buenos ejemplos.