En Ciencias Sociales existe el concepto hegeliano “agudizar las contradicciones” para referirse a la incapacidad de una comunidad de resolver sus problemas y entonces sus integrantes se van a los extremos como paso previo a una ruptura o “revolución”, que de pie a alguna fórmula que cambie drásticamente el sistema imperante (económico, político, burocrático, ético).

Hoy estamos en ese escenario casi absurdo para una democracia, en el que se eligen como opciones de gobierno a dos personas muy cuestionadas por su trayectoria y vinculaciones amicales o familiares que por ello podrían ser gobernantes muy vulnerables. No está muy lejos de Trump, Bolsonaro, la convulsión social con cambio de constitución en Chile, el retorno de Evo Morales a Bolivia y el casi retorno de Rafael Correa a Ecuador a través de Andrés Arauz.

Sin embargo, es una situación muy representativa de nuestras incompetencias como sociedad y la desesperación de sus integrantes por encontrar a quienes resuelvan sus problemas humanos más básicos que en estos tiempos incluye cosas tan simples como obtener oxígeno para no morir o recuperar la fuente de ingresos o empleo perdidos.

Los próximos 5 años definirán si nos quedamos atrapados en esos extremos y seguimos dando tumbos como nación hasta estallar, o si quien salga elegido para gobernar y quienes lo hagan para legislar se muestran capaces de construir puentes hacia una forma más madura de dialogar, llegar a acuerdos, convivir en paz, mirando el futuro y procurando el bienestar común.

La campaña por la segunda vuelta nos dará una pista sobre las opciones al frente.