A fines de los 80 se criticaba mucho la artificialidad en la que estaba cayendo la música, y no sin sustento: el escándalo del ampay playback del dúo pop Milli Vanilli en pleno show en vivo; los grupos de pop metal que salían por doquier, más preocupados en el peinado de peluquería y los trapos a ponerse que en ofrecer originalidad musical; y so pretexto de modernizar su sonido, a muchos artistas los forzaron a grabar con lo último de la tecnología disponible, sacrificando parcialmente su esencia. Por eso, cuando este músico neoyorkino apareció en 1989 con su álbum debut, LET LOVE RULE, fue un ventarrón de aire fresco lleno de fragancias 60s y 70s cuasi olvidadas; no se sentía posero ni fintero, sino espontáneo y natural. Y solista al extremo además, ya que salvo unas colaboraciones externas específicas, él mismo tocó todos los instrumentos e hizo voces y arreglos. Además de la canción título full R&B y soul, están la rockera Mr. Cab Driver, la bluesera My Precious Love, la sicodélica Fear y la acústica Rosemary. Sobre esta base, se convirtió en uno de los grandes animadores de los 90. La edición por 20 aniversario trae temas extras -entre ellos, el cover de Cold Turkey (JOHN LENNON)- y un concierto de la gira respectiva.

Nueve discos después y fresh en base 5 -bienvenido al club, maestro-, nos trae este año STRUT, que ratifica su vigencia en esta década. The Chamber, 1er. single, camina en onda discotequera; de estribillo fácil es Sex, el 2do. extracto; Happy Birthday va a paso de blues; New York City bota vibra funky light; Dirty White Boots hardrockea pero no aceleradamente; Strut rezuma glam rock. Y aunque las radios están congeladas con su material al 2000 nomás -las quemadazas Again y Fly Away-, es uno de los héroes noventeros que todavía faltan caer por estos lares.