Ninguna época ha presentado tantos desafíos a la libertad individual como la actual. Parece una paradoja, pero es real, Un ejemplo lo proporcional el nivel que ha alcanzado la internet. En efecto, las redes sociales han creado la ilusión de libertad. A simple vista, pareciera que han equilibrado la cancha, pues cualquier ciudadano siente que su opinión está a la altura de la de un dignatario, un artista o un intelectual. Hay libertad total de expresarse, pero tampoco en cualquier dirección. Pero detrás de ese velo de ficción, se ocultan algunos peligros que han surgido del acelerado cambio tecnológico.
Uno de esos peligros es la capacidad de las empresas dueñas de algunas redes sociales para constreñir directamente ciertas opiniones, como sucedió cuando Twitter decidió eliminar los comentarios del mismísimo presidente de los Estados Unidos en funciones, durante la pasada campaña electoral en ese país. De hecho, en esta red, como también en Facebook, basta que un grupo de personas decidan cursar un email a las matrices de las compañías que las desarrollan, solicitando la eliminación de una cuenta por considerar que sus expresiones son políticamente incorrectas, para que la censura aparezca.
Otro peligro es que el bullyng cibernético sea masivo y despiadado contra una persona, por el solo hecho de que su posición frente a determinado tema no esté encarrillada en lo aceptable socialmente. En este caso, es directo el repudio y normalmente, el causante del revuelo toma el camino de retirarse de la red. Esto le pasó incluso a artistas famosos como Gianmarco y Pedro Suarez-Vértiz. Ilustra muy bien este punto en la actualidad el caso de las vacunas contra la Covid-19y de las posiciones que detractores y defensores exhibieron en las redes. También lo ilustra bien las acciones para preservar la seguridad ciudadana.
Me temo que esto es solo el principio. La apariencia de mayor libertad colisiona con la libertad real. Son los nuevos tiempos.