La coyuntura actual nos obliga a reflexionar sobre el papel que cada uno ha desempeñado en esta crisis y, también, asumir con honestidad nuestra cuota de responsabilidad.

Entre otras cosas, descuidamos la lucha ideológica contra el neomarxismo progresista, sea en las universidades, en gremios y sindicatos, y otros espacios públicos, así como, en las redes sociales.

Por otro lado, las funciones ejercidas con muy poca transparencia por parte de las actuales autoridades del sistema electoral (JNE, ONPE y RENIEC), que no fueron capaces de garantizar su imparcialidad, sino que levantaron sospechas de favoritismos, también son parte de esta crisis. Al respecto, en las elecciones generales del 2021 se evidenció una escasa limpidez y prolijidad con la que se desarrolló el proceso electoral.

De producirse una convocatoria adelantada para elecciones generales, resulta imprescindible el reemplazo de las autoridades que presiden los organismos del sistema electoral, porque su desempeño contradictorio, poco transparente y casi militante no generan confianza alguna en la población. Hay que tener en cuenta que las entidades electorales deben estar fuera de toda suspicacia y contar con el respaldo del conjunto de la sociedad, ¡hoy es todo lo opuesto!

Si el Congreso es capaz de reducir los mandatos presidenciales y congresales, ¿por qué no es capaz de reducir el mandato de los funcionarios de menor nivel? Por estas razones, urge encontrar la fórmula legal que las circunstancias exigen para acotar excepcionalmente el ejercicio de esos altos cargos y garantizar un diáfano proceso electoral. ¡Aprendamos de los errores! Si se van todos, renovemos también a estos funcionarios.

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