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Dudo mucho que la visita de los jueces supremos a las diferentes cortes del país pueda tener resultados inesperados, por varios motivos. Uno de estos es que en dos días difícilmente limpiarán la casa; otro es que revisar expedientes y recibir quejas no es nuevo: lo han venido haciendo desde antes sin mucha revelación.

La presencia de un magistrado supremo no va a poner en orden las Cortes Superiores de Justicia porque, en realidad, dicho funcionario también pertenece a ese mundillo. Es difícil confiar en estas visitas avisadas, en las cuales cogen al azar algunas resoluciones, las analizan por varios días y casi nunca se saben los resultados.

Hoy, supuestamente, los jueces supremos ofrecerán una conferencia de prensa para revelar algunos supuestos indicios de corrupción. Ello parecería más una cacería de brujas, en la que con la finalidad de limpiarle la cara a la imagen de la institución se busca agarrar a cualquier descuidado juez para expectorarlo y quedar bien ante la opinión pública.

Las autoridades del Poder Judicial están interesadas en hacer un trabajo que le debiera corresponder a la Oficina de Control de la Magistratura (Ocma), la cual siempre ha actuado de manera hermética hasta antes de la revelación de los audios de la corrupción. Por ello, más me parece una estrategia de comunicación que una real reforma del sistema de trabajo.

Vamos a ver si el Poder Judicial empieza por algo. Más que revisar expedientes, debería limpiar las Cortes de Justicia de jueces supernumerarios, en especial quienes tienen años en la condición de suplentes y solo trabajan por encargo. Incluso, estos magistrados-secretarios tienen casos emblemáticos, y ya sabemos que son ajustables a sus superiores.

Estas comisiones judiciales no podrán actuar sobre sus colegas, porque en la carrera de la judicatura nos hemos dado cuenta de que casi todo da vueltas. Un día los magistrados están en la oficina de control, otro día en el llano y así nadie sanciona a nadie; ya que los favores están a la orden del día. Espero equivocarme.