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“Invoco a los políticos que no estén peleando, que se dediquen a servir a la población y principalmente que se preocupen por los niños”, expresó hace algunos días la señora Diana de Vellaneda, madre de la niña cruelmente asesinada en San Juan de Lurigancho. Ese fue un certero impacto contra el Gobierno y la clase política, más enfocada en sus propios intereses que en resolver los grandes problemas que sufren los peruanos. A esta inoperancia para solucionar los males y peligros que afectan día a día a la población, también se debe el descrédito de autoridades y de políticos en general.

En el caso de la atroz muerte de la menor de 11 años, la gente percibe que nadie transforma en acciones de Gobierno o legislativas lo que necesita en su vida cotidiana. Como señalaba Lena Hjelm-Wallen, exministra de Relaciones Exteriores de Suecia: “Mientras los políticos hacen gala de ideologías abstractas y de teorías económicas grandilocuentes, la gente se moviliza más por cuestiones concretas que le afectan en su vida diaria”.

Es momento de actuar. Las cifras son de espanto. El año pasado, hubo 25,068 denuncias de violación sexual a nivel nacional; estas representan un promedio de 70 al día. Y no solo eso. El 76% de casos correspondía a menores de edad. El Gobierno, el Congreso y el Poder Judicial deben aunar esfuerzos para servir mejor a los ciudadanos, quienes por ahora están desilusionados y evidentemente tienen un vínculo de confianza muy frágil con quienes gobiernan el país.

Es hora de emprender con rapidez los grandes retos prioritarios para la gente.