El norte se prepara para aguantar días de lluvias. Lo ha anunciado el Senamhi y el momento es, como siempre, muy inoportuno. El 2017 nos dejó tan enclenques que hasta ahora no podemos recuperarnos. Así que unas precipitaciones similares a las de dicho año ocasionarían tenebrosos resultados.

No basta con limpiar techos, cauces de los ríos y quebradas. Esas son medidas paliativas. Son acciones preventivas que solo sirven para no empeorar la situación. Claro, con la naturaleza nadie puede, pero solo la buena ingeniería es capaz de mitigar los daños de una embestida veraniega.

Lamentablemente, en Perú no contamos con una alta ingeniería que nos asegure torear a la bestia. No hay ciudad que esté preparada para las lluvias torrenciales. Dirán que, en el mundo, tampoco. Eso no es cierto. Hay países, como Holanda, que supieron convivir y aprovechar estos momentos.

En los casi dos años que tiene trabajando la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, sabemos muy poco de su labor. A lo mucho, han tapado los huecos de las pistas y, en otros casos, limpiado las franjas de los ríos. ¿Alguna ciudad con canaletas que deriven las aguas a recintos adecuados? No.

Desde Tumbes hasta Áncash, podemos decir que ninguna región del norte está preparada para soportar caídas de agua. Las soluciones integrales no existen. Seguimos con puentes bailey en ingresos a ciudades importantes (Trujillo), cuando estos, supuestamente, eran provisionales y ya superaron su vida útil.

Si no podemos ni construir un puente, ¿de qué modernidad hablamos en la Reconstrucción con Cambios? Hasta ahora nadie nos ha explicado, a futuro, cómo soportarán las ciudades del norte un periodo lluvioso. Limpien sus techos, suban al segundo piso, cuidado con los enchufes. Estas medidas son primariosas.

Ojalá que las proyecciones climáticas sean erradas. Que pasando el temporal, estemos hablando de las anécdotas del Senamhi.