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Preocupa la situación del presidente Martín Vizcarra. No cumple un trimestre instalado en Palacio de Gobierno y la desaprobación a su gestión avanza más rápido que Advíncula: el último mes se duplicó de 24 a 48%, según la reciente encuesta de Ipsos.

Respecto de la aprobación, el Mandatario bajó de 52 a 37%, 15 puntos contantes y sonantes que implican un descenso peligroso teniendo en cuenta que es un jefe de Estado salido de la emergencia política y que lo acechan varias fauces famélicas de poder.

Y las razones, según el mismo sondeo, que lo llevan a este creciente rechazo son igual de preocupantes: en su gobierno hay corrupción y no lucha contra ella, no se ven mayores avances en la economía, no está preparado para el cargo y no se preocupa por mejorar la seguridad ciudadana, entre otras.

El discurso que le hemos escuchado a Vizcarra niega este diagnóstico y más bien habla de avances importantes. ¿Qué está fallando entonces? ¿Necesita operadores políticos porque con César Villanueva no alcanza? ¿Mucho vaivén en tan poco tiempo? Me temo que algo de eso hay, aparte de una política comunicacional casi nula.

A veces las buenas obras tienen efecto cero o se las traga el polvo del olvido cuando no son bien comunicadas y promocionadas. Es válido ir a las regiones y ponerse ponchos, chullos y comer cuy, pero también hay que explicarle a la población, didácticamente, qué se está haciendo y cuál es su utilidad. Dicho de otro modo, el presidente Martín Vizcarra tiene que “vender” mejor su gobierno.