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El último trujillano que presidió el Congreso de la República fue Luis Alva Castro, quien por estos días camina bajo la sombra de haber sido mencionado por Jorge Barata como el hombre del APRA que recibió unos 200,000 dólares para la campaña presidencial, fina cortesía de Odebrecht. Hoy, Daniel Salaverry Villa (DSV) toma el cargo que alguna vez asumió quien fue su padrino político en su ciudad natal.

De Salaverry se ha hablado mucho en los últimos años. Así, de un desconocido aprista, bachiller en Arquitectura y regidor de Trujillo -que comenzó a rivalizar con el alcalde de ese entonces César Acuña-, pasó a ser el candidato de la estrella en los comicios municipales del año 2010. Aquella vez, perdió por apenas 2% de votos contra quien iba a la reelección.

Empeñado en que la agrupación de Acuña le había ganado en mesa, Salaverry comentó entre sus amistades que quien le había quemado la película era, efectivamente, quien lo había lanzado al estrellato político: Alva Castro. Según su frustración por la elección perdida, el peso pesado aprista no había llenado de personeros las mesas de sufragio y, por ende, no cuidó sus votos.

Joaquín Ramírez fue un hombre clave en su vida. Al financista de Fuerza Popular lo conoció con el deporte, tras cederle la posta de Carlos A. Mannucci. De esta manera, Salaverry puso un pie y medio en la tienda naranja. Le propusieron postular al Congreso, pero su principal escollo era Octavio Salazar, la proa del barco fujimorista en la región La Libertad.

Salaverry accedió, se presentó con el N° 2 en la lista y ganó su curul con una alta votación, no sin antes contar con la venia de Keiko Fujimori y ser elegido por ella para llevar un curso de altos estudios en política, dictado por un conocido instituto norteamericano en Lima. Por eso, de vocero alterno pasó a titular y en su tercer año como parlamentario presidirá la Mesa Directiva del Poder Legislativo.