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Suelo ser crítico del 99 por ciento de las declaraciones del congresista Julio Rosas, que poco aportan a la igualdad y la lucha contra la discriminación, que tan necesarias son para el país. Con posturas radicales y casi extremistas, que lindan con lo pintoresco, no avanzamos. Sin embargo, estoy de acuerdo con el llamado de atención que el lunes hizo al premier, Salvador del Solar, por no haber estado presente en los funerales de los tres militares asesinados en el Vraem.

El jefe del gabinete estuvo el sábado último en la XVIII Marcha del Orgullo LGTBI dando su respaldo, con su sola presencia, a los esfuerzos que deben de hacerse desde todos los ámbitos por evitar la discriminación y buscar la igualdad, sin importar la orientación sexual de las personas. Eso está muy bien. Se trata de un premier recorriendo las calles de Lima, cargando una pancarta y exigiendo que todos tengamos iguales derechos. Nadie podría estar en contra.

Sin embargo, no entiendo por qué ese mismo entusiasmo, que es un respaldo político a una acción del Gobierno y la sociedad, no lo mostró asistiendo a la llegada de los cuerpos de los militares a sus lugares de origen, a sus velorios o sus entierros. ¿Acaso no es necesario apoyar a los soldados que pelean y pierden la vida en manos de terroristas? No basta un tuit de parte del premier lamentando la muerte de tres héroes. ¿Del Solar habrá ido al Vraem a saludar a los combatientes y a compartir el rancho?

En octubre del año pasado lamenté que el presidente Martín Vizcarra no acuda a la llegada de los cuerpos de dos caídos en el Vraem. Fue luego del asesinato de un comando de la FAP, una semana después de que un marino corrió la misma suerte. La presencia de un mandatario, de un premier, o de la vicepresidenta Mercedes Aráoz, a quien el viernes se vio animando la Marcha por el Orgullo frente al Congreso, es muy necesaria para respaldar a los que combaten. Pero nunca se da.

En el Poder Ejecutivo deberían tener en cuenta que en el Vraem hay jóvenes que no llegan ni a los 25 años, exponiendo sus vidas todos los días, y que merecen el respaldo de los peruanos, comenzando por sus máximas autoridades. Está bien marchar por el orgullo y manifestarse en las calles por la igualdad, tal como lo han hecho Del Solar y Aráoz, pero también hay que estar al lado de los ataúdes de los caídos, de sus familiares y de los soldados que combaten al terrorismo.