Es complicado hacerles entender a ciertos candidatos al Congreso que no pueden prometer soluciones que no les compete, como generar empleo, traer riqueza a la población, acabar con la pobreza o hacer obras, entre otros asuntos importantes. Es que estamos en campaña, dicen.

Esto equivale a aceptar que cuando se está al frente de la multitud, de los electores, la idea es incidir en temas que les toquen el bolsillo. Y, claro, escuchar a un postulante asegurar que mejorará la economía familiar suena más interesante que la ley de reforma política, por ejemplo.

Lamentablemente, hay quienes tienen pocas ideas sobre lo que pueden hacer o no. Algunos, penosamente, no pasan de la eliminación de la inmunidad parlamentaria o de la reducción del sueldo, para luego cerrar con las propuestas mencionadas en el primer párrafo.

Se puede criticar que haya postulantes falsos y mediocres. Sin embargo, en nada se regula la estafa política. Con organismos fiscalizadores poco eficientes, como el Jurado Nacional de Elecciones, difícilmente podamos ponerle un freno a estos candidatos fantoches que se dedican a mentirle a la gente.

Ya debería haber una alternativa para que los ciudadanos podamos denunciar, mediante videos o grabaciones, sobre aquellas promesas que son un atentado a la inteligencia electoral. Si a una empresa se le sanciona por publicidad engañosa, por qué no hacerlo con agrupaciones embaucadoras.