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La jubilosa noticia para toda China de que la misión Chang’e 4 haya llegado, recientemente, hasta la cara oculta de la Luna, otorga al gigante asiático de 1386 millones de habitantes, el estatus de país espacial con creces. Es verdad que hasta ahora no forman parte de la Estación Espacial Internacional (EEI), que es liderada por Estados Unidos de América, pero también lo es que la reciente hazaña pone a Beijing en un lugar expectante en la carrera espacial, en manos de Washington y Moscú desde que se abrieran paso como las superpotencias de la acabada Guerra Fría, al final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Resulta interesante para la imagen y empoderamiento de China que sus esfuerzos por constituirse para el 2050 en el país más poderoso del planeta vayan de la mano con su presencia relevante en los programas espaciales que siguen siendo presididos por EE.UU. y Rusia y en ese orden.

Para Xi Jinping, la China del futuro debe suponer que el país sea parte de los grandes procesos de liderazgo mundial –no solamente alcanzar la hegemonía en el comercio internacional–, guste o no a la Casa Blanca que por obvias razones no ha visto aplaudido el reciente histórico paso dado por China. Es cierto que Beijing inicia su participación espacial en un nivel interesante mucho más tarde que los estadounidenses y los rusos, pero también lo es que han debido atravesar una serie de pasos previos indispensables que le permitieran las condiciones básicas para entrar en un ratio de competitividad, es verdad, que todavía a discreción. Los chinos, en definitiva, no se han querido quedar atrás y sus aspiraciones son legítimas. Ya han calculado enviar una misión para Marte alrededor del 2020, y están considerando lanzar un satélite hacia Júpiter para dentro de 20 años y hasta vienen trabajando intensamente en su soñado primer laboratorio espacial. La calidad de Estado hegemón –el más poderoso del mundo que hoy sigue siendo una condición exclusiva de EE.UU.– no se consigue de un momento a otro y en China lo saben muy bien; por esa razón no ocultan sus acciones de desarrollo en su mirada fija e imperturbable hacia el futuro.