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El domingo, distintos medios de comunicación procedieron a hacer lo que debían: solicitar la opinión técnica de abogados constitucionalistas sobre la medida anunciada por Vizcarra de pedir al Congreso la cuestión de confianza.

Lo que llamó mi atención fue la reacción de un sector de opositores del fujimorismo al hecho de que algunos de estos expertos hayan criticado, desde un punto de vista jurídico, el anuncio del Presidente: personas que no están formadas en Derecho Constitucional contradecían enérgicamente lo que consideraban mentiras de los especialistas. Otras los acusaron de cobrar por sus opiniones. Hasta el prestigioso Enrique Bernales, que ha criticado con dureza al fujimorismo en diversas ocasiones, pasó a ser parte de los “constitucionalistas mercenarios”.

Así, un debate válido y complejo -como suelen ser las discusiones sobre temas constitucionales- cayó presa del pensamiento binario y encajonado: si tienes una opinión crítica -así sea técnica- contra el anuncio de Vizcarra, eres fujimorista, vendido o mentiroso.

En su estudio “The Hostile Media Phenomenon”, Robert P. Vallone, Lee Ross y Mark R. Lepper encontraron que cuando los partidarios de una postura creen que la verdad es un tema de blanco y negro, tienden a protestar contra la cobertura que sugiera alguna escala de grises. Aquí, el gris fue aportado por aquellos constitucionalistas que tuvieron una postura crítica.

Y esto, ojo, va en toda dirección. Ver cuánto especialista ha sido descalificado por “caviar” este año al emitir opiniones sobre las decisiones de la CIDH es un ejemplo claro.

Es cierto que la oposición fujimorista ha colmado el vaso de la confrontación berrinchuda. Es cierto también que se requieren reformas urgentes. Ello, sin embargo, no debe darnos licencia para la arrogancia.