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Con las revelaciones que muestran el ingreso de dinero sucio a la campaña de Susana Villarán contra la revocatoria, a las que se suman las confesiones de Jorge Barata, difundidas ayer por IDL-Reporteros, que afirman que la señora fue la que pidió a Odebrecht la “colaboración” de tres millones de dólares, han surgido ahora “los decepcionados”, quienes son los antiguos escuderos de la exalcaldesa que hoy solo atinan a decir que no sabían nada y que fueron sorprendidos.

Curioso que esos “decepcionados” -que en sus buenos tiempos levantaban el mentón, cruzaban los brazos y se mostraban ante los peruanos como la “reserva moral” y los paladines de la decencia y la honestidad al momento de hacer política- recurran al argumento del “yo no sabía nada”, que tanto han criticado en sus adversarios políticos. ¿Por qué a ellos hay que creerles y a los otros no? ¿Porque son de izquierda?, ¿porque son “progres”?

El ingreso de tres millones de dólares a una campaña como la de la revocatoria no podía pasar desapercibido para nadie, y menos si servían para contratar los servicios de un publicista tan caro como Luis Favre. ¿Los ahora examigos de Villarán creían que los honorarios, pasajes y alojamiento en hotel cinco estrellas del brasileño se pagaban con lo que sacaban de aportes, cócteles y rifas? ¿Hay que creerle eso a “los decepcionados”?

Es ridículo y gracioso ver a quienes fueron los más cercanos colaboradores de la señora Villarán tratando de sacar cuerpo, agarrándose la frente y diciendo que no sabían nada. Eso podría creerse si estuviéramos hablando de una colaboración consistente en vales de gasolina, dinero para poner un toldo y una tarima para un mitin o algo similar. Pero hablamos de tres millones de dólares. Es como decir que no sabían que había un elefante en la sala. Pero claro, hay que creerles.

Acá no se trata de ponerse a llorar delante de las cámaras o escribir sentidos mensajes en Facebook. La que tiene que entrar a tallar acá es la Fiscalía, pues, si tenemos a un expresidente preso y a otro prófugo por recibir plata de una empresa corrupta, según confesiones del propio Jorge Barata, el mismo que dice que Villarán le pidió dinero y luego le agradeció, estamos ante un asunto muy delicado que no puede ser pasado por alto.