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Por tercera vez en menos de dos meses, la canciller alemana, Angela Merkel, ha mostrado en público el padecimiento de espasmos o temblores del cuerpo que la prensa teutona ha destacado soltando muchas especulaciones sobre su salud. Los voceros de Merkel, cuatro veces elegida gobernante de su país, se han encargado de desmentir que se encuentre delicada, minimizando el hecho. En general, los gobernantes deben mostrar fortaleza física y emocional para el ejercicio del poder, de lo contrario se volverán vulnerables. Woodrow Wilson, célebre presidente de los EE.UU. entre 1913 y 1921, llegó a ocultar que había sufrido un ataque al corazón en 1919, que inevitablemente limitó sus capacidades al frente de la Casa Blanca. A Juan Velasco Alvarado, que gobernó el Perú entre 1968 y 1975, le fue amputada la pierna derecha por la presencia de una gangrena y jamás volvió a ser el mismo de antes. Su vulnerabilidad se hizo más evidente considerando que era militar y, dos años después, esa circunstancia fue asumida como un factor facilitador para que fuera derrocado por Francisco Morales Bermúdez. Pero estar mal de salud no es lo mismo que contar con ciertas manifestaciones físicas que no tienen por qué asumirse como debilidades. El caso de Merkel nos trae a esta columna el de Franklin D. Roosevelt, presidente de EE.UU. que padecía de polio y andaba en silla de ruedas, y qué bien gobernó su país hasta su muerte, en 1945, por una enfermedad cardiovascular y no porque estuviera en sillas de ruedas. Del expresidente Fernando Belaunde Terry, dos veces mandatario (1963-1968, 1980-1985), se decía que padecía de arterioesclerosis y que mostraba principios de párkinson, pero el líder histórico de Acción Popular, con estilo único de orador pausado, sabía minimizarlo y aunque no por ello pasó desapercibido, terminó su segundo gobierno sin contratiempos de salud. El actual presidente de Ecuador, Lenin Moreno, gobierna en silla de ruedas como consecuencia de haber sido impactado por una bala durante un asalto en 1998, inmovilizándole las piernas, y no está mal de salud. La situación de Merkel sería parecida. Eso sí, deberá administrarlo para que sus opositores no lo tomen como pretexto para debilitarla políticamente.