Mientras la ministra de Educación, Marilú Martens, anuncia que se ha llegado a un acuerdo con los docentes del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación (SUTE) para levantar la huelga, hoy el presidente Pedro Pablo Kuczynski se va a reunir con otros maestros que siguen en rebeldía reclamando por sus derechos. No se entiende nada, salvo que sea una estrategia perfecta de debilitación a las bases del magisterio.

Si bien el acuerdo fue firmado por dirigentes regionales de Cusco, Pasco, Lambayeque y Lima provincias, otras facciones del resto del país han elegido a sus representantes para conversar con el mandatario y, también, con la ministra Martens y el primer ministro Fernando Zavala. ¿Se puede negociar por partes?

Mañana sale otra facción y tendrían que dialogar también con sus miembros. ¿Quién les da luz verde a tantos gremios sindicales? Nadie en su sano juicio quiere que la huelga se alargue ni que, muchos menos, el gobierno no logre disuadir a los quejosos. No obstante, parece que hay una descoordinación entre los miembros del Ejecutivo con el propio Kuczynski.

Días atrás, Martens afirmó que no habrá más negociación con el sector educación, que no hay más dinero y que se había hecho un esfuerzo por adelantarse el aumento de sueldo a diciembre de este año.

Hasta el propio ministro del Interior, Carlos Basombrío, enfureció y aseguró que los integrantes del Movadef (fachada descarada de Sendero Luminoso) están infiltrados en la huelga. Cierto o no, esas declaraciones solo tensionaron la cuerda. Cada uno dispara por su lado.

Si el gobierno logra hacer entrar en razón a los profesores, ideologizados por donde se les mire, también deberá ceder ante los médicos, las enfermeras, las obstetrices y cuanto profesional del sector público se le ocurra paralizar al Estado por un propósito particular pro bolsillo.

Soy consciente de que los sueldos en las instituciones públicas son muy bajos, pero la atención y la producción de varias de estas dejan mucho que desear. ¿Quieren mejoras?, mejoren ustedes también. Ojalá el presidente no abra más puertas que tal vez no pueda cerrar luego.