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Uno de los indignantes “bastiones” del caos que se vive en el tránsito de Lima y muchas ciudades del país es la corrupción policial, esa que impide llevar unidades al depósito o sancionar a los que cometen infracciones, a los que no cuentan con licencia o a los que circulan con vehículos que no están permitidos en determinadas vías. Poco o nada se podrá hacer para poner orden en las calles si tenemos agentes que aceptan sobornos y con ello se convierten en delincuentes.

En las últimas horas, la Policía ha difundido un video en que se aprecia a dos agentes motorizados recibiendo un soborno en una calle de La Victoria para no sancionar al chofer de un vehículo mal estacionado. Con hechos así, por más esfuerzos que haga, la autoridad jamás podrá ganar la batalla contra la informalidad y la falta de respeto a las normas y a los sufridos peatones.

Hoy la tecnología es capaz de detectar con mucha rapidez a los malos policías que aceptan coimas, a fin de aplicarles las sanciones penales y administrativas respectivas. El Ministerio del Interior y la Policía Nacional deberían iniciar una campaña con apoyo de la ciudadanía para limpiar a la institución de los agentes que torpedean todo intento por aliviar el drama que implica desplazarse por las calles de muchas ciudades del Perú.

El problema no es de hoy, lleva muchos años vigente, y es poco lo que se ha hecho por erradicarlo. El Perú no puede convivir con policías que deshonran su uniforme a cambio de unas cuantas monedas entregadas por ciudadanos a los que también debería caerles todo el peso de la ley.